LAS PERSONAS
VORAMAR Fanplastic nace gracias al trabajo en comunidad con mujeres de barrios periféricos de la ciudad de Valencia. Con ellas tejemos en comunidad.
Cuando se teje en comunidad se crean vínculos muy especiales entre las personas, así como momentos de intimidad donde una se siente cómoda para hablar de aquellas cosas que te cuesta contar. Disfrutamos estos momentos y los vemos como una oportunidad de liberación emocional muy sana, conviertiéndo bolsas en bolsos de diseño.
Nuestra idea es ir ampliando poco a poco nuestra red de tejedoras a otros barrios de Valencia, a través de asociaciones u otro tipo de agrupaciones de mujeres.
“Noelia es una incansable generadora de ideas con muchas ganas de emprender nuevos proyectoos. Creativa en todo lo que hace, le gustan las cosas manuales y muy implicada en todo lo que hace, siempre acompañado con una buena dosis de cariño.”
Adora tejer con mujeres, escuchar historias y reír con sus anécdotas mientras van dando forma a las bolsas.
“Nadine es una transformadora de conceptos, con los pies en la tierra y la mente abierta. Siempre positiva y empática, sabe escuchar y comprender. Calmada y apasionada a la par en la toma de decisiones.”
Le encanta ver la magia que reside en la transformar una bolsa de plástico en un ovillo, y finalmente, en un producto renovado y original.
Nadine y Noelia son las dos personas que están al frente de esta marca de moda sostenible, que fomenta una forma de vida slow, consciente y consecuente con los valores de una misma. Pero no seríamos nadie sin esas mujeres increíbles que forman parte de VORAMAR.
LOLA
No conocía el Cabanyal pese a haber nacido aquí. Sin embargo todos los días en verano, la playa se convertía en nuestro comedor; mi madre preparaba las fiambreras de comida y en la playa esperábamos a mi padre para comer. No conocía el barrio, pero mi madre era una enamorada de él. Pasó el tiempo, viajé, volví a Valencia y buscando vivienda encontré un ático en la calle de la reina de donde por la mañana temprano podía ver el mar plateado y los barquitos faenando. Ahí fué donde yo supe que no podría estar en ningún sitio mejor que no fuera este barrio, antiguo poblado marítimo. De esto hace ya más de 30 años.
MAITE
Soy Maite, y vivo aquí en el Cabañal por un flechazo que como en “El amor en los tiempos del cólera”. Soy de Albacete, y vine a Valencia con mis padres. Peroo fue hasta unos años más tarde, ya terminada la uni y con mi hija mayor que un día me equivoqué de autobús y atravesando por 1a vez la calle de la Reina supe que yo viviría aquí. Me golpeó el olor a salitre, la luz de Sorolla, Blasco Ibáñez…sentí este barrio y su autenticidad en ese trayecto equivocado. Me lancé como loca al conductor a preguntar dónde estábamos, cómo era posible que yo no conociera este barrio…En mi retina y mi cerebro, como un amor juvenil, quedó para siempre grabado que “este” barrio y no otro era Valencia, y que yo viviría aquí. Compré hace 8 años un pisito humilde y pequeño junto al TEM, y me siento tremendamente afortunada de pasear por sus calles, de mostrarlo a los viajeros, de disfrutarlo.
ÁNGELA
Para mi vivir en el Cabanyal es pisar la arena que pisaron mi madre, su madre y todos mis antepasados maternos. Es libertad, folklore, esencia de pueblo, el mar, la arquitectura. En cada uno de sus rincones me siento en casa. Es mi casa. Quien lo probó, lo sabe.
MARÍA
Para mí, el barrio del Cabanyal siempre ha tenido un punto misterioso. Valencia es una ciudad de mar y sin embargo, yo que soy de una zona más céntrica me parece otra ciudad distinta. Cada recuerdo que tengo desde niña del barrio es de descubrimiento de zonas escondidas y muy bonitas, como de otra época. Por ellas te podías perder, pero siempre, al doblar la esquina, el mar y la playa te acaban sorprendiendo.
LUNA
Yo he vivido toda mi vida en el centro de una ciudad que me encanta y que defiendo. He vivido en un mundo totalmente urbano y rápido en el que suceden cosas todo el tiempo. Cuando voy al Cabanyal y al mar, algo cambia. Es como esa sensación tan guay, tan inspiradora y tan especial de irse de viaje y luego llegar a casa con la cabeza llena de ideas y de momentos.
ADRI
El Cabañal siempre lo siento como casa, y es curioso porque crecí en un pueblo y realmente solo fue hace unos años, cuando mi madre se mudó allí, que empecé a tener una relación más estrecha con el barrio. Imagino que ocurre cuando alguien es de un lugar, se le pasan por alto las cosas simples, la cotidianidad de los barrios, su gente, su playa infinita… Ahora al vivir fuera, lo valoro más que nunca y siempre que vuelvo, siento ese amor y cariño al pasear por sus calles, ese olor a mar y los paseos a fin de tarde con la luz valenciana que nunca defraudan.
ISABEL
El Cabanyal es azul, es sal, brisa marina que limpia sus vías y atraviesa sus casas de calle a calle. Vecindario, los jueves de mercado, montones y encuentros. El Cabanyal son sonrisas, azulejos de colores y cleopatras, torres Miramar. Autenticidad, historia, salitre en los pies y noches largas. Cabañas que fueron y aún resisten. Mandiles blancos y sardinas frescas. Olor a mar, sabor a vida y libertad. Es mi Cabanyal. Pero, por favor, que no se haga viral.